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Visita a la Iglesia de San Vicente. S. XI.


Iglesia de San Vicente. S. XI.

Becerril del Carpio – Puebla de San Vicente.

Entre Herrera de Pisuerga y Aguilar de Campoo a unos nueve kilómetros antes de llegar a esta última, pasamos por Puebla de San Vicente que es uno de los tres barrios que componen Becerril del Carpío. Los otros dos son Barrio de Santa María y Barrio de San Pedro. En este lugar asentó un monasterio dedicado a San Vicente, donado por el rey Alfonso VI a la Orden Benedictina. Del mismo hay constancia de su existencia en 1103 y el templo que contemplamos formó parte del mismo, aun cuando fuera reedificado o reformado en momento ya avanzado del XII a tenor del estilo visto en su interior.

La parte más antigua del templo es su cabecera. La hechura de la misma es muy cuidada y de delicada decoración en la línea de lo visto en Frómista, Barrio de Santa María y sobre todo, a mi modo de ver, en Santa Eufemia de Cozollos. Su cilindro absidal se divide en tres lienzos por medio de dos contrafuertes prismáticos que alzándose sobre altos plintos alcanzan el nivel superior de las jambas de los ventanales. A partir de ese punto, continúan en forma de cortas semicolumnas adosadas de tan solo cuatro hiladas que acaban a nivel de la cornisa en deteriorados capiteles.

Cada uno de los lienzos se centra por ventanal aspillerado orlado por dos arquivoltas. La interior se decora con baquetón entre dos filas de bezantes y apea en capiteles esculpidos por medio de ábacos. Luego, columnillas y basas completan el conjunto. La exterior, de baquetón sencillo, apea en jambas rectas, conformadas por el paramento exterior del cilindro absidal. Por fuera, guardapolvo de ajedrezado jaqués.

Dos molduras segmentan en horizontal la cabecera. Ambas son de ajedrezado jaqués y corren a nivel de los ábacos y la inferior proporcionando asiento a los ventanales. Esta última se prolonga por todo el edificio, rodeándolo por completo y contactando con el guardapolvo de la portada oeste hacia su zona media. El tímpano del ventanal central se decora con una filigrana a base de zarcillos vegetales entrelazados.

El presbiterio se señala bien al exterior, y a su lado sur se adosa una torrecilla cilíndrica a la que se accede desde el interior del templo. Tres contrafuertes hallamos en el muro norte y entre ambos y por debajo de la moldura de ajedrezado, dos arcos ciegos de medio punto.

En el lado sur, tras la torre, espacio ganado para sacristía, que oculta la portada sur del templo, visible desde el interior.

El hastial de poniente remata en altura por espadaña de un solo ojo, bajo la que abre ventanal aspillerado sin decoración. En un cuerpo ligeramente adelantado, de la misma anchura que la nave, se inscribe la portada. Es de medio punto dovelada y consta de tres arquivoltas decoradas al modo de lo visto en los ventanales de la cabecera: las dos exteriores con grueso baquetón y decoración de bezantes en las escocias así como en algunas de las secciones de los baquetones, mientras que la interior es sencilla al igual que sus jambas. Un ábaco corrido finamente decorado proporciona apeo a las tres arquivoltas. La central continúa hacia abajo con capiteles decorados y columnillas con sus basas. La temática de los capiteles (muy deteriorados) es clásica: leones en el lado izquierdo y un águila frontal con las alas desplegadas. Por fuera, de las arquivoltas, guardapolvo de ajedrezado jaqués en el que acaba la moldura que veíamos circundar todo el templo.

La perspectiva del lado sur del templo está muy dificultada por la existencia a corta distancia de una granja de vacas. Habitualmente un tractor de esta explotación suele estacionar delante del ábside. He de resaltar que amablemente lo retiraron para poder tomar estas imágenes.

El interior del templo, contrasta con lo visto al exterior, en especial en materia de decoración escultórica. La sencillez de sus formas, el apuntamiento de las bóvedas hablan de su terminación o reedificación en un momento ya avanzado del XII.

La cabecera se compone de alargado presbiterio y ábside. En su cilindro hallamos los tres vanos derramados al interior y carentes de decoración. Bajo ellos, similar moldura a la vista al exterior, recorriendo el templo y rodeando las semicolumnas. No continúa más allá de las posteriores. Una imposta decorada con bezantes separa cilindro de bóveda absidales y se continua por el presbiterio a la altura de los ábacos del arco triunfal. En la nave, la moldura la vemos volar a mayor altura como consecuencia de las distintas fases edificativas y de las discordancias entre las mismas.

En este sentido, apuntar que la bóveda absidal es de cuarto de esfera y se hubo de “recrecer” con una semiluna para adecuarla a la bóveda apuntada presbiteral.

Presbiterio y nave se delimitan por un arco triunfal formado por fajón apuntado que refuerza el final del presbiterio, dando la falsa sensación desde la nave de ser un fajón doblado. Los capiteles son de sencilla hechura a base de palmetas y bolas.

La nave se divide en dos tramos por medio de un arco fajón doblado y apuntado -como la bóveda- apeado en capiteles decorados con piñas y palmetas y en pilastras sobre las que corre semicolumna adosada.

A destacar que en los ángulos entre pilastras y muro, se construyeron pequeñas pilastras secundarias que seguramente fueron diseñadas para dar apeo a nervaduras de bóveda de crucería cisterciense. Por algún motivo, también este proyecto se cambió, quedando sin función.

Los capiteles del interior del templo son sobrios y casi iguales dos a dos. En el presbiterio sur abre el vano de acceso a la torre que veíamos al exterior. Y en cabecera del muro sur de la nave, la otra portada del templo, que hoy da acceso a una pequeña sacristía/trastero. Desde el interior, entre la penumbra, identificamos que se compone de tres arquivoltas de muy sencilla hechura.

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